Al producir carne en un entorno controlado, es posible ajustar los nutrientes y la composición de la carne sintética para satisfacer las necesidades específicas de los consumidores, como la reducción de grasas saturadas o el aumento de ácidos grasos omega-3.

Al evitar el uso de antibióticos en la producción animal y reducir el riesgo de contaminación bacteriana, la carne artificial podría ayudar a mitigar el problema de las enfermedades relacionadas con el consumo de carne.

Al reducir la necesidad de utilizar antibióticos en la cría intensiva de animales, la carne sintética puede contribuir a mitigar el problema de la resistencia a los antimicrobianos, uno de los mayores desafíos de salud pública a nivel mundial.

Al evitar el contacto directo con animales vivos durante la producción de carne, la carne sintética puede ayudar a reducir el riesgo de transmisión de enfermedades zoonóticas, como la gripe aviar o la enfermedad de la vaca loca, que pueden surgir en sistemas de cría convencionales.